lunes, marzo 09, 2009

CRUELDADES

Asistíamos un grupo de amigos a la premiación a los deportistas que habían ganado en las diferentes disciplinas. El local estaba abarrotado de personas y nuestro grupo estallaba en bromas y burlas cada vez que alguien subía al escenario, para recibir el reconocimiento de los alumnos y de las autoridades académicas. De pronto llamaron al representante de atletismo, un moreno alto y agarrado que siempre ganaba y era algo callado y tímido. El presentador dijo: Este reconocimiento es para este joven veloz, nuestro estimado “JTR”, por haber ocupado nuevamente el primer lugar en estos juegos universitarios… Ni bien dio un respiro a la pequeña presentación, un amigo quien tiene una voz fuerte y aguerrida soltó una frase curiosa que cayó justo con el silencio inoportuno del animador y de los presentes

“Que no va a ganar, si es tremendo raterazo, que para escapando de la policía cada vez que lo persiguen en los patrulleros”


El estallido de risas fue letal.

******

La concentración siempre era a las siete de la noche para entrenar voleibol en la universidad, pero esta vez había llegado una nueva integrante para el equipo de voley, era una mujer de estatura deseable, bella y con un cuerpo espectacular y su juego ni que decir. Como se dice en el ardid deportivo, era completa.
Desde que la vimos le pusieron de sobrenombre la rusa, no solo por su forma de jugar, si no por que tenía el cabello pintado de rubio. Siempre que llegaba a entrenar a la hora acordada, la rusa desbordaba suspiros y admiración. Hasta que un día de tanta curiosidad por el dichoso sobrenombre, ella escogió la reunión de fin de entrenamiento de los deportistas y pregunto a los autores de aquella “chapa”, como para que sepan del por que.


- ¿Por qué me dicen rusa?-, pregunto moviendo el cabello, muy airada y con esa vanidad fémina que la hacia ver sensacional.


Y en tono descarado y desafiante el autor le dijo:

- Es que todas las rusas son feas pues.


Risas totales

*****

Sigo. Estábamos sentados mi amiga, un amigo y yo en un bar exis que siempre hay en la cuidad, tomándonos unos traguitos y fumándonos unos infaltables luckys y obviamente conversando. De pronto se me ocurrió hacerle una pregunta que no tenía ninguna carga de maldad, sólo era para ver que tan fresca y olvidadiza era la conciencia de aquella dama que nos acompañaba aquella noche.

- ¿Si objetivamente existiera el paraíso y el infierno, y falleces un día de estos, tú realmente a donde crees que llegarías? – Le dije.

Nos miró y sin titubear respondió:

- Obviamente que al cielo.

Nos quedamos observándola y mientras jugábamos con el ambiente sin todavía preguntar el por que, una persona que estaba en la otra mesa que imagino estaba escuchando nuestra conversación, y con muchos tragos de mas, soltó una frase a quema ropa que dibujó una risa interna que no demostramos.

- “las putas no van al cielo"


Jiguem.