lunes, noviembre 26, 2007

Fue un domingo, donde mi ayuda era requerida, y yo, de buena forma me acerqué al lugar solicitado únicamente para apoyar.

LA CAIDA DEL BLOGGER

Resulta que Lima estaba de invierno y como es clásico, la lluvia regalaba enojos cada vez que entraba en aquella habitación, y de verdad, había que hacer algo para que corriera el agua por ese techo de calamina, cada vez que la nube se pusiera a llorar, no inunde ese cuarto que cobijaba aquellas amistades.

El domingo acordado para hacer la tarea había llegado y mis ganas estaban al tope, la risa y las bromas al llegar hacían que la situación se pusiera amena, después de una pequeña conversación y poco de humor con doble sentido a una de ellas, decidí hacer la labor encomendada, pronto mis habilidades por subir al techo se hacían presente.

Una vez arriba del techo, me puse acomodar y ver la forma de cómo darle una solución rápida y satisfactoria al problema, pero había una hoja de calamina que estorbaba mi visión, estiré lo mas que pude el brazo para moverlo, pero nada. Entonces decidí poner la punta de mi pie encima de la calamina, me moví un poco hacia delante y no sé como, pero sucedió lo terrible... perdí el equilibrio y mi cuerpo se vino hacia adelante, cayendo y rompiendo las calaminas ¿yo? Estaba tirado en el suelo con dolores en todo el cuerpo después de haber caído tres metros de forma horizontal. En pocas palabras me había sacado la mugre en esa caída.

¡JOHN¡ ¡JOHN¡ ¡JOHN¡ ¡JOHN¡ ¡JOHN¡
¡DIOS SANTO¡ ¡DIOS SANTO¡ ¡DIOS SANTO¡

Escuché mientras caía del techo acompañado con las calaminas rotas, hasta cuando estaba en el piso, tirado y sin ganas de moverme, era la voz de soledad, que después de mi caída ella estuvo peor gracias al susto que se llevó.

¿Estás bien? – preguntaron - ¡Estoy bien¡ - grité; pero realmente no estaba bien, me dolía todo, mientras estaba echado en el suelo las chicas se acercaron a verme:
¿Qué te pasó? - ingenuamente me preguntó una de ellas, que por cierto había visto lo sucedido.
- Me quise hacer el mártir – le contesté, por no decirle otra cosa.

No quería levantarme, ni moverme y me quedé en el suelo por un buen tiempo, pero una de ellas viendo lo mal herido que me encontraba, ayudó a levantarme y llevarme al lavadero, pues un hilo de sangre corría por mi cabeza y de mis labios; confieso que el susto era más para ellas que para mí; me levanté de forma pausada y con su ayuda me puse de pie, caminé los pasos necesarios y me enjuagué lo mas lento posible, estaba muy adolorido y con mucho ardor en el cuerpo y en mi cara.

Después de lavarme, miré al espejo y tenÍa el cabello lleno de polvo y muchas pequeñas heridas en las manos y brazos, la tenía la cara hinchada y los labios demasiados carnosos (por no decir hinchados), no quise decir palabra alguna, sólo me recosté en la cama bajo la custodia de ellas y preferí relajarme, pues no quise mover ni decir nada para no preocuparlas, ya que todo esto era de consideración...
... No se imaginan los dolores, las preocupaciones y mareos que tuve los siguientes dias, y no deseo entrar en detalles para no herirme más, sólo deseo borrar de mi mente, ese domingo trágico que me tocó vivir.
Jiguem

jueves, noviembre 15, 2007

TE VAS...

Te vas como una estrella fugaz
y me dejas un beso con sabor a tabaco,
una sonrisa fingida,
una realidad dolorosa
y una lagrima delatadora,
que me dice que se te acabó el amor.

Te vas sin importarte nuestras vivencias,
sin tus caricias y me haces jurar;
que debo borrar los momentos
y esos besos tuyos tan apasionados.

Te vas y me dejas tus manías, tus tres cds,
una pasta dental a medio usar,
el tiempo que perdimos,
y una silueta que imagino será mi compañía.

Te vas y me dejas recuerdos en la alfombra de la sala,
esos pequeños instantes,

que se convierten en todo un recorrido por el pasado juntos,
dejándome perdido entre tinieblas y borrando todo...
Te vas y dejas una cara muerta de desesperación,
producto de haber matado muestras ilusiones
y mandando al tacho nuestro futuro juntos.

Te vas y me dejas tú perfume
pegado en cada rincón de la casa,
un dolor de cabeza,
varios por ques,
miles de peros
y una deuda de cariños que me hacían darle vida a esta vida.

Te vas dejándome más dudas que razones,
una nevera repleta de recuerdos,
un brasier tirado en el sofá,
una foto juntos en la repisa,
una cocina llena de reproches,
y unas sábanas cargadas de pasión.

Te vas y me siento mal, detestando a la soledad.
Te vas, pero me dejas un déjà vu de tu tristeza, tu llanto y tus miedos.
Te vas, dejando mi cerebro reducido en ti.
Te vas dejando en claro,
que para mañana, tu y yo seremos dos extraños.

Jiguem

miércoles, noviembre 07, 2007

¡¡¡HAY DÍAS...¡¡¡

Hay días... que tienes todo, pero sientes que no tienes nada y te preguntas: ¿Qué miércoles me pasa? ¿Qué diablos tengo?.... Y realmente no encuentras respuestas a nada.

Hay días... que te levantas de un dormir orgulloso y miras ese amigable rayo de sol que te saluda con un ¡Qué tal¡ - y tú, le contestas mal, lo mandas al diablo y quieres que la luna de una vez se aparezca, para que te haga compañía.

Hay días... que la luna te mira y sientes, que simplemente te jode, te fastidia que te siga, que te espíe y encima, que únicamente alumbre por donde vas; no sabes que hacer, la amenazas, pero sigue firme, y vencido, esperas que llegue alguien, para que te haga compañía.

Hay días... que ese alguien llega, te da un beso que lo sientes asqueroso, y automáticamente quieres estar solo, piensas que es una pérdida de tiempo estar a su lado, o peor aún, sientes que lo detestas, que no lo aguantas, por que para ser sincero, sientes que su compañía es fétida e inmunda... y quieres recurrir a la soledad.

Hay días... que la soledad te saluda, te invita a tomar un té, te dice vamos a pasear, a distraer la vista, a pensar un poco y de paso que nos fumamos un cigarro, pero sientes que eso maltrata y revienta, no entiendes a la soledad, y desesperado buscas alguna amistad, pero no hay; así, que no te queda otra, que refugiarte en tus libros.

Hay días... que tus libros te quiñan el ojo y te dicen: ¡mírame, léeme, obsérvame, aunque sea hojéame¡... pero los mandas al carajo; sólo vez sábanas de letras y te revienta seguir viendo lo mismo, por que sabes que esos escritores siguen el mismo rumbo rutinario.

Hay días... que te dejas vencer por ese rencor barato que llevamos, te sientes insoportable con los demás y contigo mismo, quieres gritar, expresarte, jalarte de los pelos, llorar, saltar; pero no haces nada de eso para desfogar, solo renegar.

Jiguem