Siempre hay días que uno está solo y que buscamos salir de casa para encontrar algo entretenido y sobre todo interesante, pero en ese instante, no pensamos que el destino nos juega vivencias que siempre estarán presentes.
EN EL BAR-CAFÉ
Era uno de esos días fríos que Lima muchas veces regala, y la necesidad de irme por allí invadió mi cerebro-, ¿Qué hago encerrado? - me pregunté. No lo pensé dos veces, y me puse un pantalón, camisa y una casaca, y salí sin rumbo por algún instante, tomé un carro con rumbo al centro de la cuidad, pues quería despegar de esa monotonía que muchas veces estoy acostumbrado a soportar.
Bajé del carro y caminé algunas cuadras para llegar a una plaza que no me acuerdo el nombre, divisé a lo lejos un bar-café, y al entrar escogí una mesa que me pareció la mas curiosa del lugar. Pedí una bebida para acompañar mi tarde, un par de cigarros y abrí mi libro que había empezado a ojear, no recuerdo cuanto tiempo estuve sentado leyendo ese bendito libro, pero cuando alcé la mirada, una voz femenina me decía si podía sentarse y hacerme compañía.
Era Martita, una amiga de no veía desde colegio,
- ¿Cómo estás? – me dijo,
¡Feliz¡ - contesté; al cual le añadí una sonrisa.
Ella se sentó y sentí un olor delicioso que causó un suspiro profundo que se confundió con la tentación de verla desnuda.
- ¿Y qué haces aquí tan solo? – me habló
Bueno, añadí - estaba aburrido en casa, así que decidí salir de ella, para matar mi aburrimiento y encontrar cosas más interesantes; ¡Pero mira lo que vengo a encontrar¡
Ella sonrió - y por primera vez , después de muchos años la veía diferente.
Estás preciosa - le dije
- ¡Tú cuando no, tan galante y fregado¡...
Pero en el fondo le había gustado mis palabras. Ella bajó la mirada y sonrió.
Había pasado mucho tiempo y en serio estaba bella, era otra mujer y realmente todo, absolutamente todo estaba fabuloso en ella.
Pero es la verdad, hoy estás bellísima.- insistí. - ¿Deseas un trago?
- Uuhhmmm, está bien, sólo si tú me acompañas okay.
Okay.
La tarde corría y la verdad no quería ver pasar el tiempo, estuvimos conversando toda la tarde, y era delicioso charlar con ella. Sentí que el tiempo pasó volando; en eso, ella dijo algo que en ese instante pensé que el trago y la conversación tuvo efecto.
- ¿Deseas a dar vueltas por allí? – me ofreció.
Encantado-, respondí.
Salimos del local y nos pusimos a dar vueltas, Martita me hablaba de sus proyectos y de cómo la estaba tratado la vida, yo estaba embobado viéndola, y para ser franco, estaba todo idiotizado con Martita que para ser sincero no me era indiferente.
- ¿Te gustaría ir a conversar y seguir tomando unos tragos a mi departamento?... ¡Está muy cerca de aquí¡-, añadió
Me parece estupendo-, le dije. - Y la seguí.
Llegamos a su departamento, era un lugar pequeño, pero muy acogedor; no dudé en servirle una copa de vino y cuando le alcancé su copa, ella abrazó mi mano con la suya, se acercó un poco mas y me besó; lo sentí delicioso y tierno ese beso que por cierto fui en busca de mas. ¡Qué rico besa¡ - pensé.
No voy a describir que mas pasó en ese casual y furtivo encuentro, pero desde ese día siempre que entro a ese bar-café me encuentro con Martita, que siempre me dice - ¿Puedo sentarme amor? - Y yo le contesto - ¡Encantado¡... ¿Pedimos unos tragos amor?
Jiguem.